- ¿Qué… qué haces? –le dije nerviosamente, pero ya era tarde, Junho me tenía entre sus labios otra vez.
aquí parte
Era una sensación demasiada placentera para negarme o para siquiera hacer un intento de huir de ahí. La boca de Junho firme mientras absorbía mi miembro me llevaban a un lugar de éxtasis que nunca antes había conocido. Se apartó de mí con brusquedad, yo me subí el traje de baño instantáneamente. Junho salió de la piscina me tomó de la mano y me pidió que lo siguiera. Me llevó tras una puerta y luego por un pasadizo, de vez en cuando se detenía y me besaba presionando con fuerzas su cuerpo contra el mío, así la pasión no desaparecía. Finalmente entramos a otro cuarto, era una habitación con una cama como de tres plazas, porque era enorme. Se quitó el traje de baño sin pudor ni vergüenza, mientras que yo seguía parado temblando de frío. Abrió la cama y me indicó que me metiera en ella.
- Ven, no quiero que te resfríes –me dijo.
Me quité el traje de baño mojado y me cubrí mis partes con las manos, Junho se puso a reír.
- Ya te he visto desnudo, no tienes que avergonzarte –me recordó.
Pero yo no podía dejar de sentir vergüenza con él. Me acosté a su lado, el cuerpo de Junho ya estaba caliente, note que su erección seguía ahí, y por desgracia la mía también. Se acomodó sobre mí y volvió a besarme, sus manos eran hábiles y sabían dónde tocarme para que mi boca se llenara de gemidos. Sin embargo, esta vez fui yo el que lo volteó y lo acomodé de tal manera que mi boca pudiera saborear el cuerpo de Junho. Lo besé en el cuello, luego su pecho, su estómago y me detuve ahí, en su miembro duro, sentí su olor tan similar al mío, y entonces me decidí, lo metí en mi boca tal como Junho lo había hecho con el mío. La sensación fue extraña, era suave y húmedo, lo oí gemir y aquello me excito como nunca así que le puse más presión y rapidez. Luego se levantó para mirarme, sabía lo que él quería y yo también de alguna manera lo quería. Me recostó boca abajo y él se subió sobre mí, me penetró con cuidado, sin prisa, al contrario, fue muy lento y eso lo hacía más deseable para mí. Por fin estuvo en mi interior, se movió suavemente, entrando y saliendo completamente, de manera que yo me acostumbrar a él. Finalmente alzó mi cintura y yo quedé completamente a su disposición. Fue rudo, fuerte, sus embestidas era desesperadas así como los gemidos que salían de mi boca, yo mismo tomé mi miembro y comencé a acariciarlo para darme más placer. Llegué al orgasmo completamente agotado, Junho ya había terminado así que simplemente no se detuvo hasta que yo terminara.
- Adoro hacerte el amor –me susurró al oído.
No dije nada, me sentía en cierto modo culpable del placer que había sentido mientras era embestido por Junho. Pero por otro lado, me sentí bien, aliviado de haber soltado toda mi desesperación.
- Estoy agotado, no puedo ni pararme –me dijo acomodándose a mi lado- jamás había sentido tantos deseos de poseer a alguien como siento contigo, eso me desespera y me cansa muchísimo.
- Junho, ¿esto está bien?, ¿Cierto?... Me refiero a que, no estoy haciendo nada malo –le pregunté mirándolo fijamente.
- No lo sé Jae –me dijo con sinceridad- esto es nuevo para mí también, pero no siento maldad en el hecho de amarte y de darte mi cuerpo como prueba de ello, si tengo que irme al infierno por esto, lo haré gustoso Jae, porque nunca antes me sentí tan feliz –me dijo y luego me besó.
Me acomodé a su lado, y me quedé dormido, no me importó estar mojado con sus fluidos y los míos, estaba demasiado cansado. Cuando desperté Junho estaba limpiándome con un paño y agua tibia, ni siquiera me había dado cuenta de su rose.
- Tienes el sueño pesado –me dijo sin dejar de limpiarme- pero te vez lindo mientras duermes.
- Estaba muy cansado –respondí- debería haberme bañado antes.
- ¿Y privarme del placer de tocar tu piel? ni de chiste. Esto es demasiado bueno para perdérmelo –dijo mientras seguía pasando el paño húmedo por mi piel.
- ¿Por qué te gusto tanto? –le pregunté, la respuesta me intrigaba hace tiempo.
- Debería ser una respuesta sencilla, pero es más complicada de lo que crees –se detuvo y me miró- Me gustas porque eres extraño y tímido, pareces fríos, pero vibras completamente cuando te hago el amor, finges que mis besos no te afectan y que no deseas besarme, pero apenas toco tu boca, tus labios se aferran a los míos exquisitamente, todo tu ser me rechaza, pero te sientes atraído a mí por una fuerza que no eres capaz de entender, eres hermoso, demasiado hermoso para ser hombre, pero lo eres y te aferras a eso porque crees que de no hacerlo perderás tu identidad, y más aún, quieres dejarme porque yo no te dejo ser el hombre que deberías ser, y sin embargo, te encanta la forma en que hago sentir –me quedé con la boca abierta, me conocía muy bien, más que yo mismo- por eso y por otras razones más, tú me encantas.
- Tengo que irme –le dije levantándome.
- No te vayas, quédate, prometo ir a dejarte más tarde –me suplicó.
- Junho, no lo entiendes, que haré ahora, me estoy enamorando de ti, y eso pasó en tres días, todo esto es demasiado intenso, y tengo miedo del final, si nos detenemos ahora, el daño será menor –tomé mi ropa y comencé a vestirme.
- Eres tú el que no entiende, ya es tarde, no puedo dejarte ir…
continuara...............