lycans and vampires

CONOCIENDO EL ATARDECER

El verano comenzó, mi época favorita del año, el sol brilla con más fuerza y puedo sentir sus rayos calentar mi piel a diario además puedo ver la luna todo el día y toda la noche en el despejado cielo azul, un mes entero de juegos sin cesar corriendo por el bosque sintiendo el viento chocar contra mis mejillas, mientras mis cabellos vuelan en dirección contraria a la que yo sigo. Mi cumpleaños número siete esta a la vuelta de la esquina en tan solo unos días tendré muchos regalos y mi papa prometió llevarme al bosque.


Los días pasan lentamente mientras todas las mucamas murmuran a nuestras espaldas sobre el bosque y el peligro al que nos somete mi padre, pero yo no entiendo cual es el problemas con ello, dicen que el bosque está prohibido a los humanos en verano y que quien entre nunca saldrá, pero mi padre va allá cada año y nunca ha sucedido nada siempre regresa trayendo regalos.


Ese bosque siempre me ha atraído pero nunca me quiso llevar con el, dijo que primero debía arreglar algunas cosas no podía dejar de pensar en que ahora al fin podre verlo y caminar entre los enormes y longevos arboles, mi mente empieza a volar solo de imaginar los sonidos de las aves cantando al amanecer mientras mi respiración es más suave y pura, el sonido del viento chocando contra las hojas jugando con ellas, el crujir de la hierba seca mientras mis pies caminan sobre ella.


El día al fin llego, las mucamas me pusieron un vestido rojo de holanes que se me hace muy incomodo, pero apenas llegue al bosque me lo quitare para poder correr, además la enagua es más que suficiente para cubrirme y en el bosque nadie me vera andar así. El carruaje está esperando, estoy impaciente por llegar ese el mejor regalo de cumpleaños que pude haber obtenido –Leslie- grito una y otra vez pero ella no baja, no puedo creer que nos haga esperar, subo corriendo las enormes escaleras alfombradas color ámbar y me encuentro con mi pequeña hermana vestida igual que yo pero en color rosa.


-lula- dice mientras me sonríe y posa su mano sobre el barandal de madera pulida, le tomo la mano y la llevo hasta bajo, en realidad Leslie no es muy apegada a mi pero sin su niñera cerca pasa conmigo aunque en realidad siempre trata de estar con papá –así que hay están mis princesas- escuchamos la voz de nuestro padre e instintivamente corrimos a colgarnos de su cuello – se nos hace tarde, debemos llegar al bosque antes de que anochezca- nos apresuramos al carruaje donde ya se encontraba nuestro equipaje.


El viaje duro casi una hora, mi padre dirigía a los caballos, no permitió que ninguno de los lacayos viniera, no le puse mucha atención a ello, lo único que me importaba era llegar. El carruaje se detuvo e inmediatamente me abalance hacia afuera pero el brazo de mi padre me detuvo –debemos desempacar primero- me habían cortado la viada, no tuve otra opción y lleve mi maleta hacia la pequeña casa de campo, la habitación que compartiríamos con mi hermana no era tan grande como la de la ciudad pero era bastante acogedora aunque tampoco importaba mucho ya que solo la utilizaría para dormir.


Apenas acomode mis cosas Salí corriendo por la puerta principal alcanzando a escuchar que mi padre dijo que tuviera cuidado, todo era tal y como lo imagine me senté ha escuchar el crujir de los arboles moverse con el viento cerrando mis ojos para sentir todo fluir, el sonido de ramas romperse me saco de mi trance, me gire rápidamente para ver lo que había ocasionado el sonido pero no vi nada, me volví hacia donde estaba caminando antes y a escasa distancia de mi me encontré con un niño mayor a mi –que haces aquí- pregunto de manera poco cortes –paseando-respondí con una enorme sonrisa, ese niño me llamo mucho la atención, trate de acercármele pero el retrocedía como si fuera una animal asustado –mi nombre es Lourdes, pero todos me dicen lula- dije intentando romper el hielo-tu cómo te llamas- pregunte, el me miro de reojo como si no viese niñas como yo seguido – no debo decirte mi nombre, no debes hablarme- acoto, empezando a caminar en dirección contraria – te llamare xiah – dije mientras le extendía mi mano esperando que me devolviera el saludo, su rostro demostraba confusión, no se esperaba que yo hiciese eso, pero él se veía muy solitario y mi padre me dijo una vez que la soledad puede lastimar a las personas y si puedo darle compañía a alguien solitario será como curarlo de una enfermedad.


Desde ese día empezamos a vernos todos los días para jugar, corríamos por el bosque tomados de la mano y él me enseñaba todo lo que había en el. Pero nunca quiso quedarse hasta el anochecer, al llegar el atardecer me llevaba a casa y me decía que no saliera prácticamente hacia que se lo prometiera siempre quise salir en las noche pero le prometí que no lo haría, mi padre decía que era el mejor consejo que pudo darme y que si me pedía eso era porque de verdad quería que estuviese a salvo, la verdad no entendía el porqué pero una promesa era importante y no quería romperla, mi padre conocía a los de él y todos los días iba a verlos, le pregunte el nombre real de xiah pero dijo que estaba más segura sin saberlo.


El verano termino y debía despedirme de xiah, no quería irme pero mi padre ya no podía dilatarse por más tiempo, sus negocios lo esperaban y según lo que me dijo xiah los de sus padres también, prometí que cada año vendría sin falta para poder verlo de nuevo y así lo cumplí, el siguiente año lo volví a ver y también cuando cumplí mis diez años, el tenia quince años pero seguía jugando conmigo y el que fuera mayor no tenía nada que ver en nuestras conversaciones, el día anterior a mi decimo cumpleaños el me dijo que me daría un regalo especial que solo seria para mí, no podía esperar las ansias de saber que era el regalo me devoraban.




Me levante muy temprano y corrí hacia el lago donde siempre nos veíamos, me puse el vestido que mas me gustaba era lila con detalles purpura y flores bordadas, cuando llegue el no estaba probablemente se le había hecho tarde, me senté en la misma roca de siempre a esperar, unas manos cubrieron mis ojos –lula- escuche e inmediatamente lo reconocí – xiah- dije con alegría y me gire quitando sus manos de mis ojos, su piel dorada y su dulce sonrisa resaltaban con la luz del sol, el se me quedo mirando por un largo rato – que pasa- pregunte al ver que el silencio se prolongaba- nada, solo que no estoy acostumbrado a verte así- por alguna razón sus palabras hicieron que mis tiernas mejillas se sonrojaran – siempre te eh visto con enaguas, es extraño verte así- me dijo y yo sonreí –es mi cumpleaños debo verme más linda para recibir mi regalo- de verdad quería saber que era lo que me iba a dar, mi curiosidad era demasiado grande.


Sus mejillas tomaron un tono rosa cuando se lo dije- cierra los ojos- me pidió, suavemente fui dejando caer mis parpados esperando que me mostrara lo que me iba a dar- lo que te voy a dar no se lo eh dado a nadie más, eres la primera- que podía ser tan importante como para que yo fuera la primera –que es- insistí nuevamente pero antes de que pudiera continuar indagando sentí una sensación completamente nueva, sus labios chocaban con los míos no tenía idea porque pero se sentía muy bien no se cuanto duro solo sé que fue lo mejor que pude haber sentido en mi corta vida, abrí mis ojos y él se separo de mi fijando su mirada en mis ojos perdiéndose en ellos pasamos mucho tiempo así hasta que de repente un aullido se escucho, el despertó de su trance moviendo su cabeza de lado a lado, había atardecido rápidamente y el sol estaba escondiéndose dejando a la luna sola en el firmamento – vete- dijo con desesperación, su voz era imperante le hice caso y corrí ha casa lo más rápido que pude, mi padre me estaba esperando allí, no sé muy bien que fue lo que hizo que xiah reaccionara así.


Cuando desperté al día siguiente y baje a desayunar pude notar que todo el equipaje estaba en el carruaje –papá- pregunte, aun faltaban diez días para la fecha regular de nuestro regreso – un lacayo llego, tengo un negocio que no puede esperar- no podía irme así como así, debía decirle adiós a xiah pero mi padre no me lo permitió dijo que el entendería, nos subimos al coche que halado por los caballos empezó a moverse por el polvoriento camino –lula-un grito lejano me hizo ir a la ventana vi a xiah corriendo detrás del carruaje –volveré el próximo año, lo juro- grite y él se detuvo mandándome un beso con su mano. Cuando lo perdí de vista volví a entrar y por alguna razón empecé a llorar, Leslie me abrazo tratando de calmarme pero un nudo en mi garganta no me permitía detener las lagrimas que rodaban incesantemente por mis mejillas.

Lagrimas

La luz que entra por la ventana llego hasta mis ojos obligándome a abrirlos, la mucama se retiro silenciosamente de la habitación dejándome un vestido negro sobre la cama, usualmente es muy bulliciosa y elige vestidos mas coloridos para mi, algo extraño sucede y seguramente no es nada bueno, me vestí y me peine rápidamente baje por las escaleras viendo a mucha gente vestida como yo, me miraban de soslayo murmurando cosas que no alcanzaba a escuchar, sentí una opresión en mi pecho que me dificultaba respirar miraba hacia todas partes buscando a mi padre.
Leslie vino hacia mí y me abrazo –lula que pasa- pregunto asustada, no sabía que responderle yo tampoco sabía que era lo que pasaba vislumbre una figura conocida en el tumulto era el mayordomo, corrimos haciéndonos un camino entre los tristes rostros de la estancia –que pasa- le pregunte, el me miro como toda la gente, no podía entender lo que pasaba, no quería entenderlo.


-Srta.- comenzó, mientras buscaba las palabras adecuadas- su padre fue a jugar polo ayer por la tarde, mientras corría sobre el caballo este se asusto y el cayó al suelo, se golpeo la cabeza en una piedra y…- ya no quería escuchar mas, le tape los oídos a Leslie y empecé a buscar por todas partes, encontré lo que buscaba en medio de toda la gente una caja de roble pulido –llévate a Leslie y no le digas nada- dije entre sollozos, no podía decirle a una niña de siete años que nos habíamos quedado sin nuestro papa, me acerque lentamente deseando que fuese un sueño y nada más.


Primero nuestra madre se había ido ya hace cuatro años y ahora nuestro padre que había prometido no abandonarnos nunca se había ido, acerque una silla me subí a ella y alcance a verlo, yacía recostado como si durmiese solo que ya nunca iba a despertar, como si el tiempo se hubiese detenido en el, acerque mi mano esperando sentir el calor de siempre y rozar su barba mal cortada picarme pero en vez de ello una sensación helada subió por mi brazo chocando con los latidos de mi corazón, sus mejillas estaban lisas. De pronto el choque de emociones exploto dentro de mí y una lagrima furtiva rodo por mi mejilla, me baje a duras penas de la silla camine un poco tratando aun de no llorar porque mi padre me había enseñado a ser valiente, pero no pude mas mi piel morena empezó a humedecerse rápidamente, caí de rodillas y desate todo el dolor que sentía en ese momento.


Toda la gente alrededor noto mis sollozos que se estaban convirtiendo en alaridos de dolor –mi papa- repetía una y otra vez como si el aun me escuchara, sentí un abrazo – lula, que te pasa porque lloras- Leslie se había escapado y ahora me había visto, hubiese querido mantenerla alejada del dolor que yo sentía pero ella debía entender como yo que nuestro padre ya no estaba y que debíamos ser fuertes, cese mis sollozos y me levante tomándola de la mano, la lleve a mi habitación.
Le explique de la forma más fácil posible lo que había pasado, ella tampoco lo creía, decía que el solo estaba durmiendo pero que pronto despertaría para llevarnos al bosque como todos los años, ella aun no entendía la muerte ni siquiera yo lo hacía pero ella me necesitaba y no podía negar lo que sucedía, la lleve a despedirse de él, mi corazón casi se destroza al verla llorar tanto como yo. Nuestro dolor era inmenso no podíamos describirlo, las condolencias de personas que no conocía no me importaban era una niña que quería tener a su padre de regreso.


El nos dejo pequeñas y frágiles, pero desde ese momento decidí madurar y no aferrarme a nada más que a mi hermana, cerraron la caja y la levantaron para llevarla hasta el cementerio al darme cuenta que lo dejaría en ese lugar solo las lagrimas volvieron nuevamente durante el tortuosos camino al valle de los muertos mis sollozos se mezclaban con los de Leslie, nuestras mucamas iban detrás cuidando que no nos desmayáramos.


Así después de un sermón de un cura al que no quería oír el ataúd descendió lentamente por el estrecho hoyo, empezaron a echarle tierra me dijeron que ya debíamos irnos pero no quería irme aun, me quede hasta que lo terminaron de llenar, Leslie y yo dejamos los ramos de casa blancas sobre la tumba, eran sus flores favoritas, una niña a punto de cumplir doce y otra de siete había quedado en la orfandad, una horrible palabra que jamás pensé que se aplicaría a mí.


Cuando llegue a esa casa que de pronto parecía demasiado grande y tenebrosa me dirigí a mi habitación y la niñera llevo a Leslie a dormir, los tapices coloridos de antes habían sido sustituidos por unos sombríos, la lluvia se desato y las gotas golpeaban mi ventana, yacía acostada en mi cama abrazada a mis rodillas odiando el vestido negro que usaba y preguntando a dios porque había hecho eso, pero no me respondía. Sin darme cuenta me quede dormida.


Abrí mis ojos viendo el techo, era temprano pero deseaba que todo lo que viví fuese solamente un sueño y nada más, abrieron las cortinas y me dejaron otro vestido negro sobre la cama, no fue un sueño suspire tratando de ya no llorar –aun no me levantare- le dije, ya nadie podía decirme que hacer o no –el abogado de su padre está esperando- respondió, me levante de mala gana hacia el primer día sin mi padre, abrí la puerta del despacho para encontrarme con la misma canosa persona que me traía un dulce siempre que venía a mi casa – Sr. Lacoste- dije saludando con una reverencia mientras dirigía mis pasos a la silla de mi padre, decidí afrontar mi nueva vida –eh venido a hablar sobre su futuro- hace tan solo unos días no me preocupaba más que de mi salida al bosque y ahora no sabía que sería de mi –su padre no nombro a ningún albacea y ya que ustedes no tienen ningún familiar vivo- la ultima parte me dolió, fue como una punzada en el estomago – tendremos que convocar a los accionistas de la empresa para que alguno tome su custodia- íbamos a ser tratadas como mercancía para el mejor postor.


No pude oponerme por ser menor de edad pero el hecho de que nuestra fortuna y nuestra vida fuera manejada por un extraño que solo desearía apoderarse del dinero a quien nosotros no le importaríamos me llenaba de rabia por dentro.